Los intentos de simularlo con ordenadores apenas han
conseguido emular un 5% de la capacidad de procesamiento cerebral.
Se estima que todavía se necesitarán unos cinco años y un
mínimo de 800.000 procesadores funcionando en paralelo para igualar la
capacidad del cerebro.
Y sin embargo, nuestra memoria operativa, que es donde se
realizan las tareas de procesamiento de la información de entrada al cerebro,
sólo puede manejar una cantidad muy limitada de información a la vez.
Más o menos la paupérrima cantidad de entre cinco y diez
elementos de información al mismo tiempo.
¡Un verdadero talón de Aquiles en nuestro prodigioso
cerebro humano!
Si cargamos demasiada información a la vez en la memoria
operativa, se desborda y ya no es capaz de procesar adecuadamente esta
información.
El resultado puede ser la frustración, la desmotivación,
incluso el abandono.
Pero existen algunas formas de paliar los efectos de esta
limitación.
Formadores, tratad siempre de limitar la cantidad y complejidad de la
información que vais suministrando en cada momento a vuestros alumnos.
Si les dais demasiada información o información demasiado compleja para su
nivel actual de habilidades o conocimientos, correréis el riesgo de desbordar
su memoria operativa.
Sus cabezas comenzarán a echar humo ante vuestros propios ojos.
Así que dosificad la información que les dais y divididla en trozos
distintos y progresivos.
Utilizad el lenguaje más sencillo posible.
Huid de los términos demasiado complejos y arcanos.
Recurrid a ejemplos tan frecuentemente como sea necesario.
Deteneos a explicar las cuestiones más complejas con toda la paciencia
necesaria.
Nunca deis por hecho que vuestros alumnos conocen aquello que todavía no se
les habéis explicado.
Haced que el aprendizaje sea un camino
sin espinas y vuestros alumnos lo amarán.
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