sábado, 1 de junio de 2013

¡Sorpréndeme y me engancharás!

Nos llena de felicidad que nos toque un premio de lotería, por pequeño que sea, o que nos comuniquen una subida de sueldo no esperada. 

En cambio no experimentamos la misma sensación de euforia cuando simplemente nos pagan el salario establecido a fin de mes.


Nos gustan las películas cuya trama es imprevisible y su desenlace es inesperado. 

En cambio, si nos cuentan el final de una película perdemos todo interés en verla.

Nos hacen reír los chistes o las situaciones cuyo desenlace es sorprendente. 

Pero si ya conocemos el chiste, pierde toda gracia.
Nos fascinan las personas que guardan un cierto halo de misterio. 

Pero si consideramos que alguien es un partido seguro, apenas tendemos a desearlo ni a valorarlo.  
Nos gusta la incertidumbre asociada al juego. 

Pero no encontraríamos ningún aliciente en el mismo si conociésemos de antemano el resultado que íbamos a obtener.
Nos gusta ser agradablemente sorprendidos y eso sucede en todos los ámbitos de la vida.
Nuestra felicidad está en parte vinculada al efecto sorpresivo de las oportunidades y mejoras que obtenemos.
Innumerables estudios han hallado que la psicología humana funciona de tal modo que el deseo es menos intenso cuando se está seguro de conseguir la recompensa que cuando existe un cierto nivel de incertidumbre acerca de su logro.
Allí reside en parte el secreto del éxito de los juegos, también aquellos que se desarrollan con un fin educativo.
Frente a la secuencia familiar y anticipada de eventos que podemos encontrarnos en la mayoría de los cursos con un formato tradicional, sean presenciales o elearning, los juegos bien diseñados tiene la capacidad de introducir elementos como la sorpresa y la incertidumbre, despertando así el deseo y la ilusión en los jugadores, e impulsándoles a seguir jugando hasta el desenlace final.

No cabe duda de que podemos aprender mucho de los juegos para trasladarlos al ámbito del aprendizaje en busca de mejoras en la motivación, la eficacia y la sostenibilidad.


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