lunes, 3 de junio de 2013

Vivir en el límite entre el éxito y el fracaso

A la mayoría de las personas nos gusta vivir en el límite entre el éxito y el fracaso.
Con esto queremos decir que nos gusta estar enfrentándonos continuamente a nuevos desafíos que no sean ni demasiado fáciles ni demasiado difíciles.
Si nos empujan mucho más allá de los límites psicológicos de nuestra zona de comodidad, los sentimientos de fracaso pueden comenzar a surgir.
Pero si no nos empujan más allá de dicha zona, no nos sentiremos desafiados ni estimulados. Incluso, si la tarea resulta demasiado fácil y repetitiva, probablemente nos aburriremos.
Trasladado al mundo del aprendizaje, podemos apreciar que los buenos programas formativos son aquellos en los que los participantes tienen la oportunidad de progresar de acuerdo a sus recursos, habilidades y conocimientos, pero en el límite de los mismos. Allí donde sienten los desafíos como un reto, pero no como algo imposible.
Probablemente es en los juegos donde más eficientemente encontramos aplicados estos principios psicológicos.
Los buenos juegos están siempre empujando a los jugadores hacia adelante, hacia las tareas siguientes, hacia arriba en el siguiente nivel.
Los juegos bien diseñados están estructurados de manera que los participantes operan constantemente en el borde de su competencia. Necesitan estar continuamente renovándose, pero los desafíos no son tan difíciles como para que les parezcan imposibles de superar.
A medida que los jugadores progresan en el juego, su competencia se hace cada vez mayor.
La práctica y la repetición permiten a los participantes ganar competencia.
Al mismo tiempo, su umbral de aburrimiento también aumenta.
La mayoría de los participantes toleran unos momentos de aburrimiento, pero si el juego sigue manteniéndose por debajo de su nivel de competencia, dejarán de jugar.
Lo mismo sucede para los juegos que se encuentran por encima de la zona de competencia de los participantes. Dejarán de jugar si el juego es demasiado difícil y no parecen estar haciendo progresos.
Así que el secreto de los buenos juegos es su capacidad de explotar la necesidad que sienten los jugadores -que sentimos todas las personas en realidad- de ir más allá de su capacidad actual para alcanzar el siguiente estadio de maestría posible, viviendo siempre en el límite entre el éxito y el fracaso.


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