martes, 30 de julio de 2013

Compartir la gloria

Para muchas personas, la identificación con su equipo deportivo es tan intensa, que ese equipo representa literalmente lo más importante que existe en sus vidas.
La tercera parte de los hinchas deportivos, considerados los más acérrimos, piensan como media una vez cada 12 minutos en su equipo.
Y en los casos extremos, la proporción alcanza el pensamiento por minuto.
Hay muy pocas cosas en el mundo que puedan concitar nuestros pensamientos una vez cada minuto.
Ni siquiera el sexo, en el momento de máxima plenitud y deseo sexual, alcanza estos niveles.
A los 19 años, los hombres piensan de media en el sexo una vez cada 30 minutos.
Los aficionados ven igualmente afectada su salud física y psicológica en respuesta a los resultados que cosechan sus equipos.
Cuando éstos ganan, los hinchas ven reforzada su propia autoestima y se sienten más confiados en sus propias habilidades.
En cambio, después de una derrota, los aficionados se sienten deprimidos y se vuelven más pesimistas acerca de sus probabilidades de realizar con éxito cualquier actividad.
Y en realidad, no se trata de suposiciones absurdas que los aficionados realizan debido a las variaciones en sus estados de ánimo.
Según han demostrado investigaciones realizadas por el profesor James Dabbs, de la Georgia State University, para la mayoría de las personas no hay mucha diferencia entre ser un aficionado y un competidor.
Ambos reaccionan hormonalmente de un modo similar.
Los resultados de sus equipos elevan o reducen de forma real los niveles de testosterona de sus seguidores, de modo que se incrementa o se reduce en la misma medida parámetros como su confianza, su energía y su vigor.
Los hinchas de un equipo desarrollan tal grado de empatía con el mismo, que llegan a experimentar en sus propios organismos las mismas oleadas hormonales que los deportistas, especialmente cuando se trata de eventos importantes.
Naturalmente, las euforias y depresiones que sufren los hinchas según los resultados que consiguen sus equipos suelen ser de corta duración.
Regresan rápidamente a sus niveles habituales de vitalidad en cuanto se avecina el siguiente enfrentamiento deportivo.
Aunque, de acuerdo con las investigaciones de Dabbs, la identificación ferviente con el equipo local puede tener, globalmente, más consecuencias psicológicas positivas que negativas para los hinchas.
Los seguidores fervientes parecen tener, por término medio, menos períodos de depresión que las personas que no son seguidoras de los deportes.
La explicación estaría en el hecho de que las personas tenemos la necesidad imperiosa de pertenecer a un grupo.
Y dado que la sociedad moderna a menudo sólo cubre parcialmente esta necesidad, la identificación con un equipo deportivo vendría a cubrir en parte la misma.
Los deportes masivos de equipo permiten que las personas satisfagamos nuestro profundo deseo de actuar juntos por una causa común.
Compartir sentimientos en los grandes eventos emotivos.
Experimentar juntos los dramáticos altibajos de la vida, que puede ser representada por una competición deportiva.
Las personas podemos ir a los juegos o ver las transmisiones juntas.
Hablar y lamentarnos cuando las cosas van mal.
Gritar y celebrar cuando van bien.
Sentirnos eufóricos después de una victoria.
Compartir esa gloria.
Chocar las manos entre nosotros.
Satisfacer en definitiva, necesidades profundas, conferirnos un propósito, darnos la sensación de pertenecer a un grupo, de ser parte de algo que es mayor nosotros mismos.

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